En el fondo, lo que el ministro quiso decir fue: si tan enrollaos son ustedes con los inmigrantes, por qué no se los llevan a su casa. Y es que jueves pasado, en un encuentro con varias ONG, el ministro del Interior Jorge Fernández se lució con esta perla, más propia de un fascista de raza, que de un creyente de misa diaria: “Si me dan la dirección donde a esa pobre gente los podemos trasladar y garantizar manutención y que le den trabajo les aseguro que les enviamos. Pero hay mucha hipocresía”. No sé si don Jorge habría comulgado antes de escupir este versículo envenenado. Dicen que este hombre reza a diario. Y que sobre el versículo de Mateo 22, 34-40, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, derrama lágrimas cargadas de indulgencia para liberarse del rigor de su cinismo. Quizás, como buen populista, confunde la opinión pública con la opinión publicada. Aunque, mirándolo bien, esa frase está a la altura de muchas barras de bar, se escucha en muchas reuniones de vecinos y
El blog de Paco Roda