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Mostrando entradas de noviembre 29, 2015

El comensal

Me costó leerlo apenas cuatro horas pero intensas.  Mientras,   el relato me arrastraba por  la  tensa tristeza que cada linea me provocaba. Casi hasta el llanto  iba desgranando capítulos uno tras otro. Mientras, yo también evocaba pasajes similares a los descritos. Yo no tenía muertos al lado, pero sentía sus muertes como latigazos profundos sobre una  epidermis a flor de piel. Yo no tenía muertos por los que escribir ni duelos por los que hacer las paces con mi memoria, pero sí una madre, cuyos cuidados coincidían milimétricamente con los de esa madre que Gabriela Ybarra pierde. Entonces quise saberlo todo de ella. Me daba apuro ser poco original. Pero me fui directo a Google, para ver qué aspecto tenía, dónde estaba, su email o lo que fuera. Y me agradó y consoló su sutil y delicada mirada. Y quise saber más de ella para decirle abiertamente que su novela me recuerda a esa frase de Cioran que dice que el devenir es una agonía sin desenlace. Y ella resolvía  el suyo con una