Ahí fuera hay mucho ruido. Pareciera que todos viviéramos acelerados en busca de una nostalgia insatisfecha. Y a plena luz, solo queremos que llegue la noche. Para sentir la paz de los ahogados. Ahí fuera, el ruido nos inflama y obliga a despejar mil ecuaciones imposibles. Algunos incluso han perdido la voz y no pocos la cabeza. Otros proclaman un inconfesable agotamiento. Y en otros lugares, donde se mece un mar de azules balcánicos, mucha gente se imagina muriendo de la enfermedad más noble y romántica. Pero también les diré que mientras tanto, muchos menesterosos siguen sosteniendo sus vidas buceando en los contenedores de basura. Y sí. Esto tiene que ver con Catalunya. Y con el golpe de Estado travestido de constitucionalismo de saldo. Me dirán que están cansados, hartos. Que, salvo los iluminados, desconocen cómo resolver este endiablado jeroglífico político. Porque los medios han convertido a las víctimas en verdugos y viceversa. Porque se ha performatizado un con
El blog de Paco Roda