Fotografía: Yves Klein Alprazolam, Loracepam o Diacepam forman parte de nuestras biografías hechas girones. Nos esperan ahí, en medio de la noche, cuando los demonios bailan en medio del sueño. O cuando al salir de casa sentimos que la vida es un montón de chatarra acumulada. Porque sin esas partículas de benzodiacepinas, muchos no arrancaríamos el día. Y es que pareciera que vivimos extraviados en nuestros propios laberintos. Como intentando responder a la exigencia de ese sujeto moderno en constante movimiento y requerimiento. No es de extrañar por tanto, que los centros de salud mental estén saturados. Que recojan tanto sufrimiento. Pero una visita a un centro de salud mental puede ser más ilustrativa que un master de economía aplicada. Sobre todo si lo que queremos saber es el impacto de las políticas de austeridad y las nuevas formas de gobernanza diseñadas por los laboratorios del neoliberalismo conductual. Se calcula que más del 30% de las consultas que
El blog de Paco Roda