Eran las siete de la tarde de aquel 18 de abril de 2014, Viernes Santo. El cielo parecía abrirse en canal tras la tormenta. La luz era de un dorado penetrante y en el aire se respiraba ya el olor de una primavera avanzada. Los 230 presos de ETA que habían salido de las cárceles tras los diversos cumplimientos de condena desfilaban por el paseo de Sarasate de Pamplona en perfecta columna. En los ojos de algunos se podían leer ciertos salmos sagrados. Otros caminaban con el peso de la culpa cargando sobre su alma. El paseo estaba lleno de gente que los observaba. Unos con recelo, otros con curiosidad y los más con indiferencia. Portaban armas de diversos calibres selladas con cinta americana. Todos llevaban a la altura del corazón unas pegatinas con las palabras "perdón", "arrepentimiento" y "renuncio a ETA". El desfile se dirigió al kiosco de la plaza del Castillo, donde la prensa mundial se había concentrado. Al llegar a él, uno a uno fueron dejando s
El blog de Paco Roda