Foto: David Seymour Cada vez que Dios se mueve suenan las alarmas. O cuando la Iglesia, como es el caso, se ve cuestionada por el laicismo ambiguo que nos gobierna. Por poner las cosas en su sitio: "Ninguna religión debe tener un tratamiento superior a otras por parte del Estado. Y como instituciones privadas que son, las iglesias no deben recibir en ningún caso y para nada recursos del Estado". Esto es el laicismo. Y que yo sepa, este Estado, o como usted quiera llamarlo, se rige por el principio de aconfesionalidad. Es decir, Dios por una acera y el Estado por otra. Pero no hay manera de librarse de la vigilancia vaticana. Pese a que en 1979 se firmaron acuerdos específicos que sustituyeron al Concordato de 1953. A lo que voy. La semana pasada el arzobispado puso el grito en el cielo. Como buscando un aliado divino más allá del terrenal que le ofrece Navarra Suma. Y es que el gobierno de Chivite quiere reducir la asignatura de religión a una hora semanal, el mínimo legal.
El blog de Paco Roda