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Mostrando entradas de julio 5, 2013

Por qué Sixto Rodríguez no triunfó en USA

Detroit, la ciudad abandonada Porque sus potentes letras "Besé el suelo, no más patadas/La pasma y la porra me han liberado", "Papá no permite nuevas ideas aquí/mira las noticias pero nos son muy claras" o "Conozco el árbol de los ahorcados en la calle Odio/Conozco el árbol de los ahorcados en la calle Odio",  no interesaban a la industria discográfica de una ciudad, Detroit, que si bien había abolido la segregación y el racismo en la década de los cuarenta, cuando Sixto era un crío de pocos años, todavía estaba sometida a un gran conflicto de clases. En los sesenta, escuadrones de policía iban de cacería por los bares que frecuentaba Sixto: arrestar prostitutas y gente negra era el deporte policial. En 1967, cuando Sixto comenzaba su carrera, la ira y la desesperación de la clase obrera de Detroit, una ciudad que había fabricado casi la tercera parte del material de guerra de los USA,  era incontenible. Y el resultado no pudo ser más sangriento, 43 m

Sanfermines: la insumisión imposible

Lo escribí hace ocho años, pero todavía me pone..... El año mariano pamplonés está apunto de concluir. Y es que el 6 de julio cada pamplonauta levanta la veda anual impuesta a su   cuerpo y alma. Ese día, y los siguientes, la ciudad nos regala la oportunidad de celebrar la exaltación de la amistad sin precedentes. La ocasión de sobrevivir al exceso desmedido, de romper amarras con la explotación, la crispación, el resentimiento, la mala leche, la depresión, la ansiedad, la crisis y hasta con la mismísima lucha de clases. Durante nueve días en estado de gracia, se opera en nosotros una mutación espectacular. Más allá de toda metáfora kafkiana. Nadie nos reconoce por la calle y ni siquiera nosotros mismos nos encontramos bajo la piel de nuestra cotidianidad.   Y sabemos que eso nos pasa cada año, que llega un tiempo sin tiempo y un estar sin exigencias, que esos días tenemos barra libre hasta con nosotros mismos. Y es que ese ya falta menos no es más que el   deseo histérico de