Fotografía: Museo Balenciaga |
Llega el calor abrasando la sesera como
una convicción religiosa y el sonido de los grillos aletarga las
neuronas. Es tiempo de buscar en la siesta un
tiempo para la redención mientras
el alma se pasea por el cuerpo,
sondeando un hueco donde tomarse un respiro. Incluso esta ciudad baja su nivel
de confrontación y se prepara para esa fusión festiva entre la resistencia y el desorden que
culmina en miles de relámpagos de
alcohol. Quisiera irme tranquilo después
de un año siniestro y cruel donde la muerte y la mentira, enquistadas en las
pasiones del poder, han marcado el ritmo de una sociedad que necesita descansar
de tanta derecha. Quisiera disfrutar del
tiempo detenido, de un ritmo impuesto por los vermúes de media mañana, las
gambas a la plancha y un sol de justicia
abrasándome los sesos. Pero sé que se
trata de una ilusión, que en este tiempo
reblandecido y sin aristas, los asesinos
seguirán limpiando la sangre del cuchillo con su propia saliva, Sharon, confesado por Jehová, sulfatará de nuevo los
campos palestinos con versículos
cargados de metralla , el Papa seguirá
excomulgando por abortar a niñas violadas, los tiburones de secano enseñarán
sus blanquísimos dientes en busca de su ración diaria de corrupción y en Irak,
mientras desde las mezquitas se entonan salmos con gran sonoridad en busca de
una paz duradera, las leyes espirituales de Bush inspirarán nuevas hazañas
bélicas justificando la crueldad por encima de todos los derechos.
Pese a
todo, el verano será como debe ser. Una
estación para la pereza. Ahora están madurando los tomates, los melones ya
conmueven los paladares más exquisitos, en el pecho de muchas adolescentes se ha producido una gran explosión imposible de controlar, algunos profetas,
coronados por el aura de la resistencia, todavía se inmolan en busca de nuevas utopías y algunas personas sabias han
decidido arrojar su televisor por la ventana. Es verano. Aprovecha que eres
el rey de la creación y que sólo tú
inicias el movimiento del mundo cada vez que te despiertas.
Posdata: Este artículo se publicó en julio de 2004, cuando el sol abrasaba ese año la sesera de los albañiles que aún vivían de una burbuja inmobiliaria ardiente. Sigo creyendo que el verano esa época donde un tomate recogido de la huerta o de tu huerto urbano es arte y parte de toda una revolución.
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