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Voceros del populismo



Joan Rossell no solo es el vocero de los empresarios, es la voz del populismo más bastardo. Rossell, el presidente de la patronal empresarial, se suelta la sin hueso, porque tiene los vientos de su parte. Es lógico. Su  inmensa bocaza se abre solo para  dar empujones a los obreros, a los funcionarios y al sistema de protección social. Este tipo sabe jugar duro. Sabe que tiene todo de su parte. Porque diga lo que diga, nadie le va a parar la boca, ni los pies. Su ego, bastardo donde los haya, se crece en medio de la precariedad, de la pobreza, del desempleo humillante. A los funcionarios les acusa de gastar folios y teléfono. Pero le encantaría prescindir de ellos y sustituirlos por contrataciones  de día a día a cargo de ETTs.  Y así, les recomienda subsidio por vena, en vez de servicio público.  Eso sí, le encanta, como a todos los que tienen el ego encogido por la desidia de su personalidad, hacer saltar los plomos de la actualidad. A Rossell, le va la marcha. Pero hasta cierto punto. No se le ocurre comentar, si quiera comentar, algo de las inmensas tropelías que  sus socios empresarios comenten a diario blindados con la Reforma Laboral. O de cómo los empresarios financiaron, y financian al PP de manera ilegal. No. Solo se le ocurre dudar de una de las herramientas estadísticas de más aceptación y reconocimiento empírico puestas en marcha hace tiempo. La EPA. A este tipo le suena raro que haya seis millones de parados, lo deja en cinco. Vale chaval. Lo que tu digas. Podías ser así de chismoso, de pajolero, de toca huevos, con las cifras de la corrupción, del fraude fiscal, de la evasión de impuestos por parte de tus asociados o de  de la amnistía fiscal que, al parecer, no te mueve el músculo de vergüenza. Ni te calienta la boca.

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