Ir al contenido principal

La visita del Dr. Alzheimer


Hace años que mi suegro padece una huelga general de la mente. Esa que no admite convenio alguno salvo para sentarse en la última mesa de negociación. Un día, un tal Dr. Alzheimer le visitó y desde entonces permanecen juntos. Pero ni uno ni otro se reconocen. Dicen que uno se acostumbra a todo. A la fatalidad, a las duras sacudidas de la vida y la muerte, a la adversidad más inclemente, a tantos dolores sin límite. Salvando ciertas distancias siderales, el Alzheimer es una de las más duras pruebas de resistencia y supervivencia. Porque estando vivo, ya no estás. Porque uno se va, pero sigue estando aquí. En medio de la ambigüedad más dolorosa. En un limbo sin fronteras. Ajeno a un mundo que te ha dado de baja. Y a esto te acostumbras, sí, pero en medio de un sufrimiento insoportable. Hace poco se celebró el día mundial del Alzheimer. En España hay casi  750.000 personas, con sus respectivas diez mil familias, -si las tienen- que sufren el azote inmisericorde de esta enfermedad demoledora. Una enfermedad que nos roba los recuerdos y que debería estar en la primera línea de combate del Sistema de Salud. Por el número de afectados y por las consecuencias sociales y familiares que genera. Porque es la familia quien asume esta enfermedad compartida. Quien, a falta de recursos públicos, cada vez más recortados, asume los costes de esta enfermedad personal, pero también social. Por eso es urgente una politica estatal para hacer frente a la enfermedad desde todos los ángulos. No basta con diagnosticar o intervenir durante la enfermedad. Hay que cuidar y cuidar a los cuidadores. Tengo un vecino con Alzheimer cuya pensión sostiene a toda una familia en paro y destrozada tras diez años de cuidados forzados. No se quien acompañará antes a Caronte en su barca, si él o su familia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...