Hay muertos que no
buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si
queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie.
Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo.
Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis
de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a
sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora.
Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí
estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un
circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el
circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba
un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y
negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas
franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de una vida
sin fronteras. Pero algunos de estos artistas que actuaron en Lodosa tenían los
días contados. Solo por sonreír ante una banda de pistoleros alcoholizados de
camisa azul y alma negra.
Al llegar la noche de ese fatídico día, los
artistas huyeron de Lodosa ante la amenaza de un tiempo de muerte. Y en Lodosa
se quedó el circo vacío, esperando que el tiempo estornudara. Años después,
Eliseo Larrañegi, fallecido hace poco en Larraga, asistió al final de aquella
función. Y es que, en el término de San Gil, entre Larraga y Lerín, se
encontraron varios esqueletos y cráneos aún con pelo de adultos y niños. Los
vio Eliseo en 1948 cuando iba buscando nidos en un yeco recién arado. Alguien
dijo que eran los del circo de Lodosa. Pero, qué ocurrió. Por qué esa matanza franquista
que hasta los demonios enloquecieron.
Alguien espera, desde el otro
lado del tiempo, que la memoria descongele esta página negra. La de un circo
que apagó sus luces bailando con la muerte.
Este artículo se publicó en Diario de Noticias de Navarra el día 5 de junio de 2017. Ayer mismo seguían apareciendo muertos sin nombre en una fosa en Urtasun, pueblo navarro donde fueron fusilados al menos cinco fugados del Fuerte de san Cristobal.
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