Vila-Matas es un tipo desconcertante. Pretende desaparecer, hacerse invisible, pero no lo consigue. y mira que ha insistido en ello. Pero lejos de ello, se hace más presente. Y es que esa desaparición pasa por la propia transformación de su mundo literario. Por el vaciado de su propia materia prima textual. VM ha iniciado, creo, la última parte de su carrera de fondo literaria con su ultima aportación. Y espero que tenga su recompensa.
Para algunos críticos, VM es un escritor escorado a ninguna parte, excepto hacia su propio mundo interior, eso sí, sin llegar a ser un pedante del lirismo estético individualista. Otros, alguno de mi provinciana ciudad sanferminera, le achacan de postmoderno colaboracionista de la fatuidad de la literatura sin compromiso. Nada más lejos después de leer su última novela. Si es que es novela.
Tras la lectura de esta obra, me siento más vilamatiano que nunca. Por una razón muy simple. Este tipo me habla al oído, susurra cosas desde este lado del tiempo. Se adelanta a mis sensaciones, me recuerda cosas pasadas y me evoca tiempos sin escenarios. Pero que están ahí, anclados en la memoria traicionera que él trata de volver a poner en el estado que se merece. Hace de la experiencia, de cualquiera, por nimia que sea, un relato intenso y lleno de variedades cromáticas muy alejadas de sus obras juveniles.
He devorado Kassel no invita a la lógica, la última novela del barcelonés errante con el deleite de quien se zampa un entrecot tras dos días a pan y agua. Con ansiedad. Creo que este es un libro de altura, equipado con unas cargas de profundidad como nunca había puesto VM en sus textos: " Una vez más, volví a decirme que la escritura nacía de ese espíritu de la escalera y era en el fondo la historia d runa larga venganza, el dilatado relato de cómo poner por escrito lo que en ese momento deberíamos haber puesto en la vida" .
Vila Matas bucea en su propia cotidianidad a la luz de un destello prodigioso de sinceridad. Y lo hace rememorando su paso por Documenta 13, el espacio artístico que la ciudad alemana de Kassel acoge cada cierto tiempo. Lo hace como pocas veces lo había hecho, aunque lo hubiera intentado otras desde que la vida, o la mala vida, le hubiera puesto contra las cuerdas de la muerte. O de la buena muerte,no se sabe si literaria o real. Pero poco importa.
VM se vuelve un tipo normal , pero muy vanguardista, aunque para ello tenga que desdoblarse en dos más, en Autre y Poniowsky. Un tipo al que le ocurren cosas normales en una realidad que no tiene ninguna lógica. Que no está sujeta a la razón en tiempos de cólera. Pero quizás eso sea el arte y tal vez el tono revolucionario de los tiempos venideros no asidos a ninguna lógica medianamente razonable. VM ha trascendido a su propia obra con este viaje a Kassel. Y lo ha hecho para descubrirnos que la literatura puede y debe existir más allá de su clásica formulación ontológica.
http://www.enriquevilamatas.com/obra/l_kasselnoinvita.html
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