Hay días que usted podría
dedicarse al estudio de la genealogía de fanatismo, o a la exégesis de la decadencia. Todo ello dirigido por una banda
de ángeles reaccionarios al dictado de un funcionario del infierno. Esto se me ha pasado por la cabeza hoy al ver el Telediario de la 1, la TVE pública
española. Tres noticias han ocupado gran parte de la información: el juicio de
Bretón, ese psicópata de mirada vuelta del revés, como buscando una cruz
inclinada; el concurso de Masterchef, una especie de exaltación gastronómica que descarga
sudoraciones sensoriales sobre un país que ha dejado de comer como dios manda por
culpa de la crisis. Y por ultimo, la noticia sobre el violador del Eixample, que ha quedado
libre bajo vigilancia policial y con castración química incluida. Tres noticias
que echan la manta sobre la realidad para
que no se vea el fondo de saco de un país
en el que nos enfrentamos a la mediocridad del día, como un hartazgo de
problemas indoloros. TVE nos ayuda como no lo haría cualquier fantasma de la
noche.
Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de
Comentarios
Publicar un comentario