Foto: Nicolas Ardanaz, Pamplona 1953 |
Me gustaría no herir a nadie. Porque sé que San Fermín es intocable. La Federación de Peñas pide una Mesa de los Sanfermines ante su incierto presente. Y dicen que no es un asunto prioritario pero sí de suma importancia para la ciudad. En qué quedamos.
Se han suspendido los Juegos Olímpicos, la Liga, las Fallas, la Semana Santa, la Feria de Abril y previsiblemente se suspenderá el Tour. Se ha suspendido el curso para millones de escolares que lo han perdido, millones de familias se ahogan en la desesperanza, cientos de familias en Navarra aún no han hecho el duelo de sus muertos, millones de parados navegan a la deriva sin coberturas económicas suficientes, cientos de empresas han cerrado y se han planteado miles de ERTEs en Navarra mientras la vida se ha puesto cuesta arriba, como si tuviéramos que mirarla de reojo.
Los Sanfermines serán importantes para la ciudad, cierto y muy cierto, para unos más que para otros, pero si hay que aprovechar la oportunidad de esta pandemia y de sus enseñanzas, hagámoslo. ¿Acaso no es lo que estamos diciendo? Así que también para repensar la fiesta, para repensar la desigualdad de la fiesta, de su sostenibilidad, de su modelo de consumo, de su proyecto como tal, de su finalidad, de su desigual reparto económico, de su impacto, de su idoneidad, de su segregación, de su oportunidad y de tantos aspectos intocables. Incluso pensemos en que si este año no hay Sanfermines, no debería de pasar nada. Nada importante en nuestras vidas más allá de lo que ya nos está pasando hoy y pasará en el futuro inmediato. Si la fiesta nos redime de la tristeza, que también nos redima de su tiranía. Porque nada ni nadie se recupera de algo así de tal modo que la vida vuelva a su sitio como si nada hubiera ocurrido.
30 días de Estado de Alarma
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