Párense en esa mirada. En esa mirada que no es una mirada, sino un asesinato. Miren a esos ojos si son capaces de sostenerle la mirada. Dan causa, dan miedo. Esos ojos no son ojos, son dos puñales afilados que buscan, no consuelo en la otra mirada al vacío de un hombre en el hueco de una tormenta, sino complicidad. Y esos otros ojos del ministro no se asombran, se quedan ahí, petrificados en la escucha bastarda de la próxima víctima, una bandera, un juicio, cualquier cosa. Esa mirada no es una mirada, es un escarnio para la democracia ninguneada y pervertida por esta pareja de servidores de vaya usted a saber qué ley y a qué precio. Dan Miedo. Dan Causa
Párense en esa mirada. En esa mirada que no es una mirada, sino un asesinato. Miren a esos ojos si son capaces de sostenerle la mirada. Dan causa, dan miedo. Esos ojos no son ojos, son dos puñales afilados que buscan, no consuelo en la otra mirada al vacío de un hombre en el hueco de una tormenta, sino complicidad. Y esos otros ojos del ministro no se asombran, se quedan ahí, petrificados en la escucha bastarda de la próxima víctima, una bandera, un juicio, cualquier cosa. Esa mirada no es una mirada, es un escarnio para la democracia ninguneada y pervertida por esta pareja de servidores de vaya usted a saber qué ley y a qué precio. Dan Miedo. Dan Causa
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