Hay libros cuyo título quisieran anunciarte que el devenir es como una agonía sin desenlace. Este es uno de ellos. Hay que meterse por los agujeros negros de sus páginas para obligarse a pensar más allá de cada frase. ¿Qué de qué va esto? De algo escondido en nuestras vidas cotidianas secuestradas por un poder diluido en ácido sulfúrico. De cómo nuestras biografías, nuestros más íntimos y expuestos deseos están enmarcados sobre un fondo de armario que pareciera obra de El Bosco. Dicho así no sé como les sonará. A mí mal. Como los sonidos de esos espíritus que florecen sobre las ruinas de la vida.
Clara Valverde, la autora de este librito se declara pensadora en clave biopolítica. Algo que un tipo llamado Foucault inventó gracias a que supo poner el ojo donde el poder ponía las balas de las dominación. Pues eso, si pueden échenle una ojeada para descubrir, si es que no han hecho ya, por donde se avecinan los nuevos clamores de la dominación más intima y segura, la que nos amarra a los pasatiempos de ese poder actual sin nombre, sin rostro que secuestra no ya cuerpos, sino voluntades.
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