Ir al contenido principal

La pelota vasca




Pese a la acusación, Julio Meden se ha desprendido de las ideas para dejar que el peso de conciencia le aplaste. Para que la experiencia vivida y  la realidad, a palo seco, hablen. Tal vez eso mismo quiso transmitir a sus interpelados en La pelota vasca, un  documental de tanta intensidad emocional que no nos  puede dejar indiferentes. Creo que, nunca nadie había puesto tanto empeño en llegar al alma frustrada,  dolorida y sangrante de este país. Nunca nadie había ido tan lejos ni su apuesta había sido más atrevida. Porque  la vida  puede ser muy sencilla para los que se agarran a un solo punto de vista pero mucho más arriesgada, y también más  rica,  para los que la encaran desde diferentes trincheras.  Meden ha querido hablar y dejar hablar desde un territorio comprometido, desde las vísceras abiertas, desde el eco  profundo y sangriento que ha dejado cada ser reventado, muerto, preso y torturado en nombre de este país. Meden se ha situado más allá del discurso político. Más allá de la intelectualidad y la retórica política del conflicto. Sin olvidarlo, ha pretendido que las miradas, las reflexiones  y los sufrimientos se crucen en un fuego que sólo deja de ser cruento cuando las verdades se defienden desde la respetuosa equidistancia. Algo que todavía  no han hecho los políticos. Porque no saben, porque no quieren o porque no pueden.  Y es que Meden ha llegado al centro del laberinto, a ese lugar donde la presión del silencio es tan fuerte que solo se quiere  encontrar  una salida.

La pelota vasca rebota. Una y otra vez. Como si al tremendo saque de Meden    fuese difícil llegar. Sus resplandores épicos iluminan  un país que ha perdido la esperanza,  un país frustrado. Por eso es preciso hablar y entender a los otros. Más que nunca. Porque este país quiere, desde lo más profundo, que las cosas cambien. Quien vea en este empeño un aplauso al terror se equivoca. Los testimonios de Eduardo Madina, el joven socialista que perdió una pierna y el hijo de José Javier Múgica, asesinado por ETA,   son tan estremecedores, tan limpios, tan empáticos,  que puntean el camino de una solución que la gente de a pie pide a gritos. Solo una cuestión más. Me impresionó el travelling final. Todos los entrevistados se despedían pero faltaban ellas. Y es que las pocas mujeres que aparecen en el documental hablan desde la tribuna de las víctimas. Lo que demuestra que, también  este es un conflicto de género, pero muy degenerado.


Posdata: este artículo se publicó en Diario de Noticias en 2003, hace doce años. Cuando vi la película  me dije que Meden se merecía ocupar un lugar en la memoria, no sé si de este pueblo, de la gente o de la historia. Se atrevió a hacer, a decir y a contar  algo diferente. Contra corriente y en un tiempo todavía convulso y ajado por la rabia y el dolor.  Tuvo su peaje. 
El otro domingo, Salvados, el programa de Evole,  se atrevió con Rekarte, el ex etarra convicto y arrepentido. Vi la entrevista y me quedé clavado al sillón. Fue como ir por un túnel lleno de escombros que el tiempo había dejado varados en medio de la nada. No sabía donde estaba, si siguiendo la estela de Meden, o la de Rekarte. El tiempo había pasado, sí, pero la memoria seguía jugando malas pasadas. Me dije que, quizás Rekarte estaba pensando a lo largo de la entrevista que,  conocer es aceptar introducirse en un laberinto en el que ninguna de las salidas es inocente. 








Comentarios

Entradas populares de este blog

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de

Mario Gaviria, de trago largo y coito corto

Mario en 1998 un café de Madrid, con 60 años. Foto: Miguel Gener Quizás, para mucha gente, Mario Gaviria, fue un desconocido. Ese ribero de Cortes, sociólogo para mas señas y arquero del primer ecologismo navarro, falleció el pasado sábado a punto de llegar a los 80. Él cumplió con aquello de no ser profeta en su tierra. Quizás no supo tomar las precauciones necesarias para ser un mal comprendido. Y es que mientras el viejo régimen de UPN gobernó esta Comunidad, este alumno de Henry Lefevre, antiguo consultor de las Naciones Unidas en África, autor de 40 libros y Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, fue sistemáticamente invisibilizado. Quizás por eso miró a Zaragoza, donde trabajó intensamente en proyectos urbanísticos y medioambientales como la traída del agua del Pirineo para abastecer la ciudad o el diseño del barrio de viviendas sociales y ecológicas del Parque Goya. Mientras tanto,   aquí se le negaba el reconocimiento que él nunca buscó. Hasta que en 2006, el Colegio d

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Roda de Ter pero que t