Ir al contenido principal

Sangre de parado


Fui a la oficina del paro para comprobar que efectivamente era del paro y no del empleo. Y así era. Todo el mundo estaba solidificado, como suspendido en el aire intentando dar un paso al frente. Aunque solo tenían delante una funcionaria educada que preguntaba cosas extrañas en un lenguaje ininteligible. Había oído que la multinacional farmacéutica Grifols, productora de hemoderivados, había hecho una propuesta a los parados de larga duración. Pregunté si era verdad que allí pagaban setenta euros semanales por encima del subsidio si donabas sangre. Me dijeron que sí con matices. Verás, me dijeron; Víctor Grifols, presidente de la farmacéutica, ha dicho que su empresa pagaría por las donaciones unos setenta euros semanales. Y eso sumado al paro sería una forma de vivir. Entendí entonces porqué la mayoría de los parados estaban en mangas de camisa dispuestos a la extracción de su sangre. Y comprendí también la razón del discurso penal que se está construyendo contra ellos. En aquella oficina ya no se hablaba de derechos laborales. Aquello se había convertido en un ejército de arrepentidos dada su incapacidad para el empleo. Y estaban dispuestos a redimir su culpa dejándose extraer trescientos mililitros de sangre a buen precio para compensar un subsidio de mierda. Y comprendí a Grifols; si no se pueden pagar las donaciones de sangre y necesitamos importarla, al menos incentivemos a quien la dona. Todo un ejercicio envenenado de altruismo capitalista. Eso liberaba al Estado Social y a Rajoy de sostener con dignidad un sistema de desempleo en bancarrota. Finalmente comprendí también que nuestra sangre ya no palpitaba, que ese mar interior solo era un yacimiento colmatado de dosis de desesperación. Pero muy rentable. Le dije a la funcionaria que anotara mi nombre.



Comentarios

Entradas populares de este blog

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de

Mario Gaviria, de trago largo y coito corto

Mario en 1998 un café de Madrid, con 60 años. Foto: Miguel Gener Quizás, para mucha gente, Mario Gaviria, fue un desconocido. Ese ribero de Cortes, sociólogo para mas señas y arquero del primer ecologismo navarro, falleció el pasado sábado a punto de llegar a los 80. Él cumplió con aquello de no ser profeta en su tierra. Quizás no supo tomar las precauciones necesarias para ser un mal comprendido. Y es que mientras el viejo régimen de UPN gobernó esta Comunidad, este alumno de Henry Lefevre, antiguo consultor de las Naciones Unidas en África, autor de 40 libros y Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, fue sistemáticamente invisibilizado. Quizás por eso miró a Zaragoza, donde trabajó intensamente en proyectos urbanísticos y medioambientales como la traída del agua del Pirineo para abastecer la ciudad o el diseño del barrio de viviendas sociales y ecológicas del Parque Goya. Mientras tanto,   aquí se le negaba el reconocimiento que él nunca buscó. Hasta que en 2006, el Colegio d

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Roda de Ter pero que t