Hoy morirán en el mundo catorce mujeres víctimas de una violencia que cuesta frenar. Y mañana, día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, otras catorce; así hasta 5.200 al año. Entre nosotros, 750 mujeres han sido asesinadas a lo largo de los últimos diez años por compañeros de pasión y humillación. Da escalofrío, sí, pero poco más allá del impacto instantáneo. Todavía hay jueces o fiscales que piensan que una minifalda es la causa directa de una violación. Uno sospecha que estas muertes están muy interiorizadas en la normalidad del día a día. Porque día a día se construye una violencia de baja intensidad que empieza por el peor contrato, el desprecio a una opinión, el insulto y el escupitajo y acaba con el machete. Y eso que nunca una violencia había tenido tanta explicación teórica. Por miles se cuentan los congresos destinados a revelar de qué va esta vergüenza mundial. Y por miles las iniciativas para poner coto a esta cacería sangrienta. Y sin embargo esta violencia no entra en bancarrota. Solo cabe pensar una cosa. Esta violencia es fruto de la desigualdad. Sí, me dirán que ya lo saben. Vale, pero es esa desigualdad entre hombres y mujeres lo que sustenta esta violencia como forma de control patriarcal. Y solo eliminando esa desigualdad, acabaremos con esta barbarie. Y eso tiene tajo. Porque supone cambiar más que las mentalidades, las estructuras que las conforman.
Este año, el ayuntamiento de Pamplona ha realizado una declaración institucional de alto voltaje. Léanla. Porque pone los puntos sobres las íes de esta violencia. Y mañana no dejen de asistir a la manifestación organizada por la Plataforma contra la violencia Sexista. Plaza del Castillo. 20 horas.
http://www.noticiasdenavarra.com/2014/11/24/opinion/columnistas/a-pie-de-obra/manana
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