Si por un casual, estas tres mujeres, armadas de un violín, una viola y un contrabajo, unas excelentes voces y un potente estado de ánimo, se cruzan en algún escenario de su ciudad, no lo duden. Ni por un instante. Véanlas. La mierda que nos rodea a diario, se diluirá en pura belleza por obra y gracia de estas mujeres que son capaces de convertir la música y la danza en un estado de gracia que usted no dudará en sentir. Tres mujeres cargadas de saber, de delicadeza, de sensibilidad a flor de piel y de un excelente sentido de la creación. Un espectáculo en el que el mundo no se para, se frena en seco porque solo se oye el sonido de deliciosas melodías clásicas acompasadas de expresiones y movimientos que nos liberan del tedio del mundo, ese en el que se suceden muchas cosas pero nada nuevo está a punto de suceder. Las funamviolistas son cazadoras de instantes servidos en deliciosos golpes de arte y música.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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