Los socialistas navarros llevan años mutando y permutando. Como gorilas perdidos en la niebla. A fuerza de prevaricarse a sí mismos, se han convertido en expertos camaleones de palabra, obra y omisión. Por eso son el partido que menos confianza ofrece.
El otrora Yoberto Barcínez se ha dado cuenta de que así no. Y parece que ahora están de retiro y arrepentimiento. Preparando oposiciones. Aunque,como buenos camaleones, no sentirán el peso de la culpa pasada. Dirán que su participación en el gobierno y colaboración bastarda durante años con UPN, fue por puro compromiso. Ellos entonaron más alto que nadie el famoso mantra foral de la gobernabilidad, estabilidad y responsabilidad institucional. Y con ello ganaron un paraíso de indulgencias. Lástima que no tengan una Cospedal en sus filas para exculparse, por lo menos en diferido.
Ahora Jiménez insiste en su apuesta por el cambio, para rescatar a Navarra del lodazal foral que la inunda. Por eso busca un bloque de progreso. Para levantar la Navarra del Nunca Jamás. Difícil creerlo. Porque los socialistas acumulan engaños y desengaños como para apestar el Sálvame. Recuérdese el agostazo de 2007.
Pero Jiménez tiene dos serios problemas para hacer viable "su cambio". Las buenas amantes siempre nos dejan un poso de traición. La presidenta despechada intentará que Jiménez se avenga a razones de fuerza mayor. Una, que Navarra es cuestión de Estado mayor. Otra, que el nacionalismo no tiene cabida en este rancho foral de derechas eternas. Y Barcina y Rubalcaba coinciden en esto. Así que el PSN se encuentra en un bucle diabólico. Por otro lado, el PSN sabe que no puede liderar el cambio en minoría. Sabe que esto es una baza perdida. Y sabe que esa embrollada propuesta solo le lleva a esperar un cambio de rumbo en UPN. Por eso, si quiere ser creíble, necesita a toda la oposición. Incluso a Bildu. No hacerlo sería una salida en falso, peligrosa y poco democrática. Del resto, mejor no hablar.
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