Ando algo turbado por la lectura de El Escarmiento, de MSO (Miguel Sánchez Ostiz). Y no escarmiento. Los libros de MSO me producen un efecto bipolar. Por un lado intuyo su trama, me son conocidos sus recursos, los personajes no nombrados, las tipologías, los retruécanos, las onomatopeyas, las elipsis y los modos de contar historias. Casi los intuyo antes de cada punto y aparte. Pero hay en su voluptuosidad y en el exabrupto narrativo un enganche letal a esa literatura en pie de guerra. Como la mirada a un volcán en erupción.
Como nado en aguas turbulentas, pese a ser verano, estoy leyendo a la vez, Mi año de asesino, de Friedrich Christian Delius, ya comentado en otra entrada de este blog. A quien corresponda: ¿para cuando una historia narrativa similar en España, en Navarra, en cualquier lugar arrasado por la Guerra Civil fascista y la posguerra franquista?
La Transición del nazismo a la socialdemocracia, tras la victoria de los aliados, fue muy amable con los nazis, (siguieron ocupando cargos administrativos y políticos blindados) aunque allí el proceso de Nuremberg expiara las culpas colectivas. Aquí también. Los fascistas ganaron la guerra y tuvieron todo a su favor. El problema es que todavía siguen. Sus hijos, sus sobrinos, sus nietos, sus parientes, sus fantasmas y hasta sus muertos siguen. Desde aquí y desde el lado más oscuro de la historia. Desafortunadamente, aquí no tuvimos ningún Nuremberg que nos aliviara el alma dolida. Solo un intento de golpe de estado inducido para aupar a una monarquía inclasificable. Anímate MSO.
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