Esa ministra con nombre de virgen y apellido recortado nos pide ir de chivatos por la vida. Al parecer ella y su ministerio de Trabajo, fascinados por esa vieja práctica de la delación, que han travestido de colaboración ciudadana al servicio de la solidaridad con un Estado en ruinas, han colgado de Internet un buzón para denunciar a nuestros vecinos en paro que no se lo merezcan. Vamos que hagan trampas. Dos cuestiones: las autoridades deben hacer su trabajo. Delatar a alguien no es de recibo. Menos a quien quiere completar su sueldo por otro lado robado en nombre de la crisis. Y otra: este es un nuevo paso para incrementar la estigmatización y la criminalización de la ciudadanía menos favorecida. No digo que haya que hacer trampas ni las justifico. Pero ese Ministerio y otros podían emplearse a fondo con banqueros, usureros, traficantes, evasores de impuestos, princesas, reyes cazadores, extorsionadores del Estado y demás fauna política que rumía desfalcos en nombre y al amparo de la crisis. Vuelve el franquismo más bastardo, aquel que premiaba a quien denunciara el ruido de una multicopista clandestina.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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