Fue Primo Levi, (Turín 1919-1987) ese judío italiano que sobrevivió a Auschwitz para dejarnos de piedra con Si esto es un hombre, quien preguntado por qué solo hablaba de los campos de exterminio nazi y no de los campos rusos, dijo: "La diferencia fundamental consiste en su finalidad, los Lager alemanes constituyen algo único en la historia de la humanidad, al viejo fin de eliminar al adversario político, unían un fin moderno y monstruoso, el de borrar del mundo pueblos y culturas enteros. Fueron construidos para eliminar y destruir vidas y cuerpos humanos en una escala de millones. (...) Los campos soviéticos no eran, ni son, desde luego sitios en los que la estancia sea agradable, pero no se buscaba expresamente en ellos, ni siquiera en los más oscuros años del estalinismo, la muerte de los prisioneros: era un hecho frecuente y se toleraba con brutal indiferencia, pero en sustancia no era querido, era, en fin, un subproducto debido al hambre, el frío, las infecciones, el cansancio... (Primo Levi, Apéndice a Si esto es un hombre, 1976)
Dudo que las mujeres que padecieron el Gulag soviético, suscribieran esas palabras de Levi. Para ello nada mejor que leerlas.
A Anna Ajmatova, con Requien y otros escritos, a Valentina Chemberdjí, con Lina Prokofiev. Una española en el Gulag, a Evguenia Guinzburg con El vértigo, a Anna Lárina, con Lo que no puedo olvidar, a Nadezhda Mandeishtam, con Contra toda esperanza, a Marina Tsvetáyeva con Un espíritu prisionero. Ya sé que el verano no debe ser una odisea del sufrimiento. Pero puede servir para refrescar. Sobre todo la memoria.
http://www.lavanguardia.com/cultura/20130710/54376673524/mujeres-gulag.html
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