Seis
millones largos, de vidas truncadas, de engañados y engañadas, de
supervivientes, de gentes que sobrepasan su propia capacidad de aguante, de
subsidiados y estigmatizados, de inclementes con su vida por decreto, a pura fuerza. Seis
millones y pico de biografías segmentadas, de recorridos truncados. Y todo por
qué y para qué. El por qué ya se lo saben, el para qué también. Para pagar el
precio de una sobresalto que nunca decidieron. Así que sobran las explicaciones. Explicaciones bien
sostenidas por la lógica económica pero que no llegan a satisfacer la duda del
porqué a mí sí y no a él, al que generó esta carnicería social. A los genios
equivocados, a los supremos usureros. Así que a ellos y a ellas esto no les sirve. Porque
esos seis millones y pico de epitafios sociales quieren volver a la centralidad de la que un día
fueron expulsados, a formar parte del imaginario social, a la posibilidad de
recuperar su protagonismo perdido. Robert Castel, ese gran pensador fallecido
recientemente, definió la exclusión del trabajo como un proceso de degradación, de desafiliación y desenganche de la vida misma. Nuestros seis millones y pico de desenganchados de la vida no saben ya a qué engancharse . O sí. Quizás eso es lo que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, está tratando de apañar con la mismísima Virgen del Rocío. Hilo directo con la santidad y la disciplina atónita. Aquí en la tierra como en el cielo. Serán los 6.202.700 mártires de la paciencia. Y de la traición de esos santones del PP que aún no han terminado de poner límite a su cinismo.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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