¿Ustedes
duermen bien?, usted señora Sáenz de Santamaría; usted, príncipe de los estafadores,
señor Rajoy, usted, taciturno y afónico bufón Rubalcaba, usted señores Wert,
Montoro, y cuantos forman este gobierno de exacerbada indignidad, cuantos desde
la oposición más silenciosa y cobarde haya parido esta inconclusa y traicionada
Transición; ustedes, amigos de banqueros y sátrapas bendecidos por la santa
madre Iglesia y por la contaminada red de corrupción instalada en la más hondo
de las entrañas de este país, amigos de trileros, de farsantes y patrañeros, de
maquilladores de la opinión, ustedes periodistas de la desinformación
intencionada, ustedes obispos de silencio de guardar cuando interesa y de
agitación poscoital cuando les sale de entre los pliegues de la bragueta moral,
ustedes subsecretarios de Estado y directores de la nada, del vacío, de la pifia, receptores impúdicos de sueldos y dietas
inmorales, cuatreros de guante blanco, ustedes, amigos de los amigos de
los tiburones y sicarios bancarios de dentellada afilada en la yugular de las pensiones
miserables de la plebe española, amigos de falsificadores de cuentas
corrientes, de diarios y balances, e incluso de la propia vida. Ustedes comunicadores indecentes de
la mentira fabricada en los hornos de la
falsedad vendida como verdad inmutable. Ustedes señorías, quienes miran
para otro lado y viven de los réditos del lado contrario, o del contrario a secas, ustedes ¿duermen
bien?, porque si ustedes duermen bien y los músculos de la sensibilidad, que
son los que reflejan los movimientos del alma, no se les contraen, entonces, el tiempo ha
dejado de respirar. Si ustedes duermen
bien inspirando y expirando ese tiempo helado y si en sus plácidos despertares, ustedes
no sangran remordimiento, entonces
ustedes deberían entonar el réquiem de los náufragos. Ustedes han perdido el
timón de su propia existencia a costa de la muerte ajena, la de los vencidos
por fuerza mayor. Esos a quienes ustedes han condenado al silencio de los
corderos, los que no cuentan en sus cuentas, en sus balances, en sus dosieres enfangados de mierda. Llegados aquí, nosotros, la gente de a pie de obra deberíamos alzar la mirada. Elevar
la frente, mirar hacia atrás y comprender qué ha ocurrido. Cómo nos han traído
hasta este desierto donde la verdad se ha exiliado en la pestilente eternidad. Y sólo
entonces, cuando la película del mal se haya consumado; deberíamos reocupar la vida y reinventar el presente. Ahora
todas las aguas tienen el color de los ahogados. Rafael Argullol, dijo en su
breviario El cazador de Instantes “
cuando parece que nos han dejado fuera de combate, es cuando más hay que
confiar que el próximo asalto será el definitivo a nuestro favor”
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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