Hoy se inaugura en el Planetario de Pamplona una exposición fotográfica de altura. Lleva por título: “Nos queremos en las cimas/Gailurretan izan gaitun”. Y va de mujeres alpinistas, de aquí, de Euskalherria, que a lo largo de los últimos cien años han ascendido a las montañas más importantes del planeta. Muchas lo hicieron en silencio o sin publicitar sus logros. Otras, a sabiendas, asumieron los retos de su atrevimiento porque creían que nunca es demasiado tarde para nada. Y superaron muros, prejuicios y estereotipos haciéndose un hueco en un mundo de hombres. La exposición se enmarca en el centenario de la creación, en Elgeta, de la Federación Vasco Navarra de Montaña en 1924.
Algunas de estas pioneras todavía viven y superan los 90 años. Como Paquita Bretos o Maritxu Sorabilla, mujeres que todavía miran hacia delante con curiosidad. En sus mesillas de noche descansan sus fotografías más emblemáticas. Algunas se exponen en esta exposición que recoge sus proezas silenciosas. A muchas, a las de antes y a las de ahora, el alpinismo les permitió escapar de los espacios de género asignados. Y en esto, todo hay que decirlo, los clubes de montaña facilitaron ese tránsito pues fueron espacios seguros de participación. Clubes que hoy sobreviven frente a unas dinámicas competitivas absolutamente colonizadas por el neoliberalismo deportivo.
Esta exposición rinde homenaje a todas esas mujeres. A las que están y las que faltan. A las de antes y las de ahora. Porque entre todas han ensanchado las montañas convirtiéndolas en un territorio sin género.
Muchas fotos huelen a sepia, sí. Pero no guardan nostalgia. Son destellos de un valor imprescindible. Como el que exige la escalada o la conquista de una cima. Esas cimas en las que ellas se han hecho fuertes. Gailurretan izan gaitun.
No se la pierdan. Suena tan bien como esa canción de John Denver: Rocky Mountain High
Foto: Maritxu Sorabilla y Mari Angeles Ziganda, Collado de la Gran Facha, 1950
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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