Seguramente los artistas del circo Anastasini, esos que empezaron a morir una tarde de sol y moscas en la plaza de Lodosa el 18 de julio de 1936, esperan aún, envueltos en la bruma, el tiempo de volver. Para saldar su historia.
Y es que sus cuerpos, fusilados por pistoleros de camisa azul y alma negra, no acabaron de morir del todo. Se dice que los vivos son los despertadores de los muertos, porque no dejamos de recordarlos. Esto le ocurre a Renato Anastasini, que tenía tres años aquel día en que su memoria se quedó en puntos suspensivos. Como esperando el día de vuelta.
Y ocurrió. El pasado día 4 en Larraga. De pronto, como por arte de magia de Eme Nieto, aparecieron los hijos de ese Renato Anastasini, -Luciano y Giovanni- y también Coco Kramer, todos ellos artistas de circo y procedentes de Florida. Y desde el Parque de la Memoria, que recuerda a este circo , llamaron a Renato, de 90 años. En Florida amanecía. Renato se puso al teléfono y recordó a los presentes que en aquel circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había árabes y negros y malabaristas y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de una vida errante dirigidos por Arístides Anastasini, su padre.
Renato lloraba a 9000 kms. De pronto, con la voz perdida entre las olas, anunció algo que enterró aún más el silencio que caía sobre los presentes. Renato volvería con los actuales Anastasini a Lodosa. Para terminar aquella función que nunca acabó del todo. Y lo anunció solemne: ¡ señoras y señores, damas y caballeros, niños y niñas, la función debe continuar !
Eran las ocho de la tarde en la Plazuela de Lodosa del 18 de julio de 2024. El circo Anastasini volvió a encender las luces para cubrir de adioses las horas de la historia.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
Comentarios
Publicar un comentario