Nunca he sentido miedo leyendo. Pero adentrarse en las páginas de "Espacio negativo" es ingresar en un territorio por el que jamás había transitado. Porque ha sido como atravesar una ciénaga donde una extraña fuerza te absorbe y empuja ante un escenario de terror cósmico, sobrenatural. Y descubres que estás ante un mundo extraño.
Todo trasncurre en un pequeño y devastado pueblo (Kinsfield), de la Norteámérica profunda. Allí los adolescentes, tras rituales mágicos, se suicidan en cadena por nada. Porque sin oportunidades materiales ya no hay esperanza alguna y solo la desolación se presenta como la ultima redención. Porque no hay nada en estas vidas sesgadas por la sociedad de consumo, nada salvo la hiperadicción a los dispositivos tecnológicos, los chats de Discord, la música trap, la convulsión extracorporal tras el hipnótico consumo de drogas, la automutilación, los rituales, la brujería moderna o la búsqueda de experiencias sobrenaturales a través de trances chamánicos con la Espira, una planta alucinógena.
No, esta novela de difícil clasificación, no es apta para cualquiera, incomoda, duele, trastorna y sientes un profundo desquiciamiento frente a la indiferencia ante el sufrimiento y la crueldad a que se someten los adolescentes que deambulan por estas páginas.
Porque cuando, nada más empezar, lees esto: “Era la forma en que malgastaba su cuerpo. Como si nada. La forma en que se cortaba el torso y los brazos con un cúter. Los días enteros que pasaba sin dormir, tomando pastillas y fumando en lugar de comer. Todo el mundo sabía que Tyler iba a morir joven”; tiemblas, porque quizá –piensas- estás asistiendo a un coágulo literario en directo o a una nube toxica que te atraganta mientras lees. Y sabes, si sigues adelante, que esos adolescentes sin pasado, ni presente ni futuro, están condenados desde la primera línea y que se están enfrentando al fin del mundo.
Dice Mariana Enriquez que: “Espacio negativo quizá no sea una novela para todos, pero su mezcla de violencia, desolación y estados alterados habla de un desgano vital que consume con más eficiencia que la “Espira” y los suicidios. Hasta la huida resulta no imposible, pero inútil, porque los brazos de la oscuridad son largos, fuertes, y están atentos”.
Así que no sé si recomendarlo o arrepentirme de haber escrito estas líneas.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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