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TBO

Acababa de ver en el cine, en el cine de antes, Makinavaja, El último choriso, de Ramón Tosas, “Ivá”, donde su personaje, un filósofo-delincuente habitual del Barrio Chino de Barcelona, con aires de intelectual de izquierdas, hace de las suyas, que son un poco de las nuestras pero desinhibidos. No sé cómo me di de bruces con esta tienda por la que siempre que paso me pregunto quién coño vivirá ahí. A sabiendas que, posiblemente es una casa okupada por multitud de peña, de esa que la tiene pequeña que tanto diera que hablar en esta ciudad de toros en verano y curas en invierno que se decía antes. Miré con disimulo, pues ya empiezo a tener un pleito con la vista, por ese escaparate del que salía una luz mortecina que obligaba a abrir muy bien los ojos. Vi entonces al tendero, al vendedor, tras un pequeño mostrador encajonado. Luego supe que era el comandante en jefe de aquella montaña mágica de memoria gráfica al por mayor. Un universo de realidad distópica y fantasía lleno de seres que deambulan sin rumbo, sin otra finalidad que llevarnos a ese lugar donde la fiesta alcanza su propia cima. Allí estaban: La casta de los Metabarones, The Sandman, Watchmen, Milo Manara, Maus, Daredevil , El Incal, Fábulas, V de Vendeta, Akira, Batman y por supuesto, Nazario, SuperLópez, Mortadelo y Filemón, El Capitán Trueno, Forges, Makoki Los Gorrinis y también “Coyote Doggirl”. Bueno, todos esos personajes y más, con su dibujantes y creadores, todos, no se sabe muy bien porqué, andaban sueltos, enloquecidos, como buscando un lugar en el mundo. De repente habían abandonado sus viñetas y pululaban por la tienda sin ton ni son. Así que Julio Atienza, que lleva con estos personajes desde 1983 y ya le reconocen, puso un poco de orden pues toda aquella banda vivía el presente de un modo muy provisional. Quizás como él y como todos nosotros. Y es que Javier, junto a Rosa Ezkurdia, son unos referentes en este mundo del cómic pamplonés. Y ya dicen, que abrieron esta tienda en 1983, en un momento muy espasmódico de la ciudad donde la realidad les acompañaba sí, pero la imaginación no iba a la zaga. Y por ella apostaron. Y fuerte. Sin saber muy bien dónde coño se metían a sabiendas que allí había un filón pues el orden y el desorden se alteraron tanto que la vida se convirtió en una broma. Por allí empezó a pasarse Joaquín Resano, que ese año ya hacía un comic “made in Pamplona” llamado “Hamelín” donde se contaban las mejores historietas de Pamplona. Así rezaba el subtítulo. Por aquellos años, Balduz era alcalde de la ciudad y la vida en lo viejo era un poema que rimaba con manifas, represión, yonkis y jako. Vamos, un barrio con las costuras abiertas de par en par. Quizás el único lugar donde TBO podía abrirse, aunque solo fuera para cerrar las heridas, meterlas en una viñeta y hacerlas explotar en medio de una jarana sin fin. Porque, -dice Julio- un cómic de sesenta páginas te puede acompañar durante dos años sin cansarte, porque ahí tienes arte e intriga que te entra por los ojos sin cansancio. Porque en un cómic -se apasiona Julio contando- cabe de todo: humor, crítica social y hasta crear mundos fantásticos de los cuales te cuesta volver. Y de esto querían vivir y compartir esa pasión. Así que TBO fue la primera tienda de tebeos y cómics que se abrió en Navarra y más allá de las fronteras del reino. Y le pregunto que por qué le pusieron a la tienda el nombre de TBO. Y me dice que porque el primer número de TBO apareció el 11 de marzo de 1917, procedente del taller de litografía de Arturo Suárez, en Barcelona. Y porque ese año, en agosto, hubo una huelga general revolucionaria que también se siguió en Pamplona y que, además, se preparó en una asamblea de sesenta currelas en la calle de la Merced numero 4 . Y que solo por eso ya merecía la pena. Y entonces me enseña el comic de Jack London, “La Huelga General”, con ilustraciones de Laura Pérez Vernetti. Y dice Julio que a este cómic merece la pena echarle un ojo no, los dos, porque si bien está contada desde el punto de vista de los ricos, ganan los pobres; pobres que todavía hay, no se vayan a pensar. Esta calle ha sido sede de la comunidad gitana durante años y mucho antes, ya en 1063, según Juan Carrasco, aquí se ubico la comunidad judia de Pamplona. Justo donde Julio vende sus TBOs. Mientras Julio contaba esto, noto que se sobresalta. Por la puerta acaban de entrar Milo Manara y David Rubín. ¿Qué quienes son? algo así como Mbappé y Messi de la mano. Solo que ellos son los balones de Oro del Comic mundial. Uno Italiano y otro gallego. Julio se pone nervioso al recordar cómo David Rubín, a quien se dedicó el pasado año el 12º Salón del Cómic de Navarra, firmó ejemplares de su obra en la librería TBO mientras Milo Manara se pedía un caña. Ahora entran los dos y no se piden una caña, sino que esta tienda siga abierta a perpetuidad. Porque el presente no se puede seguir viviendo de un modo tan provisional. No. Aunque solo sea para compensarnos frente a la angustia de tantos días grises.

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