Fui a dar una vuelta por el centro, por aquello de salirme un poco de los márgenes. Caí de bruces en la Plaza de Baluarte. Esa plaza que nunca ha respirado, ni siquiera con el desfibrilador del Corte Inglés, una plaza incómoda que se levantó sobre el solar de un viejo cuartel de artillería. Entré en el bar que hay allí. Alguien dijo que el alcalde quiere renombrar esa plaza y denominarla de la Constitución. No me pareció extraño. Nuestro alcalde es muy dado a la política gestual, a la política-selfi. Esa clase de política fotogénica cargada de efectos especiales que se usa para no escarbar en la evidencia. Una política que, al igual que muchos bestsellers, almacena palabras que deslumbran pero que no alumbran. No sé, Maya me recuerda a cierto personaje de una novela que para apaciguar su desasosiego cambiaba los muebles de sitio cada semana.
Recuerden su pretensión de alargar tres días los Sanfermines del año que viene, las toneladas de arena sobre los fosos de la Ciudadela para un evento hípico filtrado por la túrmix del negocio o lo de validar la pasarela de Labrit con una prueba de carga “con tres personas de peso medio”. O la más reciente, la intención de colocar una gran bandera de Navarra en la Plaza de los Fueros. Nada en contra. Pero también les digo que unos pantalones viejos y unos zapatos gastados equivalen a veces a tu patria.
Y uno se pregunta qué le mueve al alcalde para estar en permanente estado de presenten armas. Él mismo responde: “Porque se está poniendo en duda, por parte sobre todo de los independentistas y populistas, la transición española”. Ya ven. Otra variante neurasténica del “comodín de ETA”
Así que marchando una Plaza de la Constitución que combina muy bien con la Avenida del Ejército y ya si eso la alargamos con la Avenida de la Monarquía y rematamos con el Paseo del Vaticano. De esto va la política de contrapesos.
Noticias de Navarra 6 de diciembre 2021
Foto Galle 1930 Pamplona Cuartel Artillería Diego León
AGN
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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