Aquel conocido militante de EH-Bildu se presentó en el cuartel de la Guardia Civil y solicitó hacer una declaración. El cabo que estaba en la entrada le preguntó qué tipo de declaración.
-Quiero condenar el terrorismo de ETA, -dijo. El cabo le miró sobresaltado como si hubiera escuchado a un médium anunciándole la fecha de su defunción.
-Bien, eso debe ser trasladado al Tribunal Supremo, -acompáñeme, dijo el cabo.
Tras una llamada, llevaron al militante a una sala vigilada por dos guardiaciviles. En la sala vacía había una gran pantalla de TV. En ella aparecía, en directo, el Juez Marchena. Un hombre acostumbrado a escribir necrológicas.
-El Juez le preguntó, -qué quiere usted condenar
-El militante insistió, -el terrorismo de ETA.
-Bueno le hago saber que esa condena no es válida si no es en firme –dijo el Juez
-Qué es en firme pregunto el militante
-Debe ser compartida por el partido al que usted pertenece -Y debe ser pública y justificada.
A continuación el militante le mostró un video grabado en su móvil en que se veía a varios altos cargos de EH-Bildu condenando el terrorismo de ETA con esta fórmula: “Nosotros, militantes de EHBildu condenamos firmemente el terrorismo de ETA, desde el principio de la Creación hasta el Día del Juicio Final. Asumimos también los 2.545 millones de asesinatos cometidos desde el principio de la humanidad”
-Esa fórmula no es valida, -dijo el Juez
-Por qué –preguntó el militante.
-Porque este alto Tribunal ni quiere ni necesita ya su condena. Tampoco su perdón o arrepentimiento. Todo ha caducado –dijo el Juez.
-Mi consejo es que vuelvan a las trincheras, de donde nunca debieron salir buscando una paz imposible - La paz solo cotiza en los sepulcros -reiteró el Juez.
A continuación, el militante, consternado, se inmoló como lo hiciera Yukio Mishima.
-Misión cumplida -dijo el Juez
Foto: Leonard Freed
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