Si hubiera vivido, hoy habría cumplido 101 años. Pero va a hacer siete que murió. Doris Lessing, hija de colonos británicos, nació en el actual Irán, aunque su alma blanca siempre fue negra, pues fue hija del África negra colonizada por los restos del Imperio Británico del que formaba parte y que ella vivió como una decadencia. Y es que vivió treinta años en la profundidad de Rodesia, actual Zimbabue.
Doris Lessing fue ante todo un torpedo a la línea de flotación de muchos sistemas de pensamiento, palabra, obra y omisión. Comunista hasta médula y excomunista hasta el tuétano sin hacerse anticomunista ni anunciarlo a los cuatro vientos, feminista sin pretenderlo -fueron los movimientos feministas quienes tras la lectura del “Cuaderno Dorado”, la declararon icono de las reivindicaciones feministas de los años sesenta y setenta-, antirracista, anticolonialista, ecologista y unidad familiar monomarental que diríamos hoy y así conjugando varios ismos más que supo gestionar hasta su muerte. Con una capacidad de trabajo brutal y protagonista de un tiempo intenso que compartió con cientos de las personalidades más influyentes de Europa, África y USA, Doris Lessing lo hizo todo con esa costosa independencia que sangra cuando llegas hasta el límite de tus convicciones. Asumió sus contradicciones como su propia vida y, sobre todo nunca reparó en la corrección política. Y ante una obra inmensa , no quedaba más remedio que darle el Nobel de Literatura en 2007.
Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de
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