Foto: J. Koudelka /Magnum Photos/ |
El impacto de este agujero negro abierto en nuestras vidas es ya más que inquietante. Y aunque el sistema sanitario esté demostrando su capacidad de respuesta, en adelante el sistema de Servicios Sociales deberá complementar ese esfuerzo. No queda otra opción si queremos salir al rescate de la población más vulnerable y expuesta a la pandemia y responder así a los efectos colaterales del confinamiento. Este sistema, los Servicios Sociales, debe asumir este reto sin precedentes en su propia historia. Más allá de la tranquilidad de gestionar mejor o peor la pobreza. Más allá de la burocratización en que se ha convertido la intervención social y el tratamiento ofimático de la pobreza. En esta situación excepcional, nos toca repensar para qué servimos hoy y cómo seremos más útiles. Para ello es imprescindible repensar nuestras intervenciones, cambiar ritmos, objetivos, estrategias, recursos, horarios, dinámicas e incluso la propia organización y modelos de atención y coordinación. Y todo desde una perspectiva de género e intersectorial. Porque el virus no sabe de clases pero depende seguir leyendo
Excelente compañero. No conocía tu blog. Felicidades por el artículo en el periódico
ResponderEliminarGracias compañera, un saludo
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