Entras por curiosidad en la Iglesia de san Cernin, en el
corazón de la Pamplona toda la vida y te encuentras esto. Y te da un vuelco, no
ya el corazón, sino la razón. Y te preguntas cómo es posible que esto se
mantenga a no ser que el párroco sea un chatarrero de almas o un chamarillero
del espriritu. Y te vas a la EC Wiki, la enciclopedia católica online, y te
dice que los Infieles (Latin in, privativo, y fidelis), son
“todos los que so ignorantes del verdadero Dios, como los paganos de varias clases. Y también a aquellos
que lo adoran, pero no
reconocen a Jesucristo, como los judíos, musulmanes, estrictamente
hablando.” Y sales de allí y te encuentras con decenas de musulmanes comprando
en la calle Mayor y en Jarauta y en la Calle Campana y no sabes si reír o
llorar. Pero prefieres leer a Cioran cuando dice ¿No será Dios mi propio estado
de la nada?
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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