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Cita a ciegas

Foto: Philip Jones Griffiths /Magnum Photos/
Aquel encuentro estaba  a punto de celebrarse. Hacía tiempo que la  realidad se había poblado de ficciones y aquellos dos hombres tenían el encargo de acabar con aquella depresión colectiva. Ambos se creían históricos pero se habían comportado como histéricos.
Quim Torra llegó a la Moncloa muy nervioso. Había llegado en el AVE y durante todo el viaje estuvo preparando su encuentro con Pedro Sánchez, quien le esperaba en Palacio. No había dormido bien. Cuando ambos se encontraron en el pórtico de la Moncloa sus pulsaciones eran similares. A Sánchez su smartwatch  le marcaba 120 latidos por minuto. Quim iba a 110. Cuando se dieron la mano, ambos  notaron una sudoración fría que les puso en guardia. Llegaron al despacho y tras los saludos de rigor, qué tal tiempo en Barcelona, bien, menos frío que aquí, sí, llevamos días de niebla, pero hoy, ya ves, ha salido el sol y se agradece; abordaron el tema que les había juntado por obra y gracia de un acuerdo. Los jefes de gabinete desaparecieron. Seguir leyendo


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