Esta foto está hecha en la zona cero de la pobreza de Pamplona. En la confluencia de las calles Eslava y Jarauta, donde vivir es más duro que fracasar a la hora de matarse. Una zona desconocida y olvidada de manera intencionada por el poder, sea de derechas o de izquierdas. Donde, si te paras un poco y observas a tu alrededor, todo parece surgir única y exclusivamente del tragaluz de ese agujero negro y sin fondo que devora todo su resplandor, como dice Fresán. La pobreza y el desamparo de esta zona se anuncian aquí, en cada pasquín atrapado por esa verja impuesta por la ley Mordaza, esa que bloquea toda escapada, como si el mundo estuviera en llamas y en estas calles solo se pudiera ir al epicentro del fuego.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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