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Invisibles

Ernets Cole, Magnum Photos


Hay veces que uno no sabe dónde está el centro de gravedad de la vida. Si en Plaza Catalunya o en cualquier habitación de mala muerte realquilada por 400 euros. Adiof  Zadi es un nombre imaginado. Vive aquí. Dice que tiene 29 años, pero no está seguro. Nació en una choza construida con latas viejas en la aldea de Tafolo, en Costa de Marfil. Cuando hubo reunido 500 dólares tras  años de trabajos forzados puso rumbo a Mali. En ese precio iban incluidas dos violaciones, un intento de asesinato, una tentativa de suicidio, dos secuestros en el trayecto hacia Argelia y quince días a pan duro y agua sucia. Vio cadáveres que confundió con animales y animales famélicos que confundió con hombres.  Llegó aquí tras pasar por Almería. De eso hace cuatro años. Cuando llegó fue acogido por gentes de buena voluntad. Acudió a los  servicios sociales, Cruz Roja y Cáritas. Todo el mundo le oía, pero pocos escuchaban el latido de su vida. La razón que le impedía entender el enredo de este mundo. Vivió en negro, trabajó en negro y sufrió en negro. Pero nunca consiguió esos “papeles” que te hacen caminar seguro aunque sigas estigmatizado por los ladridos populistas de los Riveras, Abascales y algún autóctono con pedigrí.Seguir leyendo

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