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Ah, la violencia

FOTO: ELLIOT ERWITT MAGNUM


Cuando Pedrojoy le pide a Torra que condene la violencia sabe que está jugando a pillar. Pedrojoy sabe que su exigencia no responde a ningún interés ético, pero necesita construir un nuevo enemigo interior para aplazar los debates que desde hace 40 años reclaman día y hora. Porque como dice Xandru Fernández, desde que ETA ya no existe una parte del ecosistema español se ha quedado sin legitimidad. Y es que la violencia que Pedrojoy y los Abascales y los Riveras y las Cayetanas están pidiendo condenar no tiene nada que ver con la conciencia. Es un tiqui-taca especulativo que solapa la incapacidad de negociación de todos ellos. Un autoengaño del que se saca partido. Dice Avishai Margalit en The decent society que una sociedad decente es aquella que no humilla. Pues bien, la condena de esa violencia trampeada se ha convertido en un juego de humillación, pero no de valoración del hecho traumático. seguir leyendo

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