Vila Algarve. Maputo. Mozambique, enero de 2019
Tuvo un pasado colonial glorioso, si es el colonialismo alguna vez arrancó ese pedazo de gloria que se atribuyen los imperios. Pero cuando caminas entre la avenida Mártires de Machava y la de Ahmed Sekou Touré, de Maputo, capital de Mozambique, te encuentras con esta joya que se desploma poco a poco. Decorada con azulejos naturalistas, de esos que ves en cualquier espacio histórico de Portugal, se construyó en 1934 como residencia colonial pero tras las guerras de liberación de las colonias, entre ellas la de Mozambique, se convirtió en cárcel de los disidentes y en centro de tortura de la resistencia. Se convirtió así en la sede de la temible PIDE, la policía política portuguesa que confiscó el edificio. Aquí se torturó a numerosos disidentes, entre ellos el poeta mozambiqueño José Craveirinha quien relata sus experiencias sobre las torturas sufridas en tres de sus obras. También padecieron tortura en esta casa Rui Knopfli y Malangatana Ngwenya . Francisco Duarte Azevedo ha publicado una novela del mismo título, Vila Algarve, en la que se refiere a todo esto, y a los fantasmas que visitan al protagonista: “a solidão e a Vila Algarve”.
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Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de
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