Foto: Nikos Economopoulos. Magnun |
Cuesta, ya lo creo que cuesta cuestionar,
a una fuerza del “cambio”. Pero no
hacerlo, cuando hay razones sobradas para ello, es un síntoma de autocensura
que solo se explica si tu grado de sumisión y humillación es proporcional a tu
inmunidad ante la indiferencia y quizás ante la verdad. La entrevista a Itziar
Gómez en el “Noticias de Navarra” de hoy es el fiel ejemplo de un discurso político que
creí empantanado en la noche de los
tiempos de una clase política ajena a los valores de la izquierda, el
progresismo y la radicalidad.
Y es que, entre otras cuestiones, destacan
algunas perlas reflexivas: “Desde las comparecencias publicas de agosto se vio
que había detrás ( de la okupación del Palacio de Rozalejo) un proyecto
político de contrapoder, un movimiento antisistema y por tanto, contra el cambio, en el caso de Navarra
focalizado por en el gobierno de Uxue Barkos y, por supuesto, Geroa Bai”. Resulta inquietante esta valoración. Porque la
podía haber firmado hasta el mismo Del Burgo. Porque indica que tras ese análisis
hay un absoluto desconocimiento del ADN de esta ciudad. Porque la insumisión y
la okupación forman parte de una cultura radical que ha sido arte y parte de la
historia política de Iruña. Y sí, podemos cuestionar las enormes grietas de
esta okupación. Pero nos debemos exigir ese esfuerzo analítico que todo hecho
político y social suscita en la realidad y en sus posibles transformaciones. Sobre
todo porque, esa juventud tiene la obligación biopolítica de tensar el arco de
la historia. Porque la historia está hecha de tensiones, de contrapoderes y de
revoluciones imposibles. Porque sin una fuerte dosis de demencia, no hay
iniciativa alguna, ni empresa, ni gesto revolucionario. Incluso de sueños y de
utopías llamadas a ahogarse en nuestras venas. Y me resulta sorprendente que Itziar Gómez llegue a equiparar al movimiento okupa con VOX, como se
hace en esta entrevista: “ este pulso está siendo un elemento de desgaste al
gobierno, como hacen UPN y PP (…) o los coros de Ciudadanos y Vox”.
Si no han leído
esta entrevista, léanla. Dice mucho. Porque pareciera que en ella se expían no
las verdades, sino los errores innombrados. Y me recuerda a esa figura de
Cioran, a ese intelectual fatigado que solo resume las deformidades y los
vicios de un mundo a la deriva.
Para
finalizar, no estaría de más ofrecer en estas mismas páginas la oportunidad de analizar estos hechos narrados
y valorados por IG tanto a los y las jóvenes de Rozalejo como a ciertas
asociaciones de vecinos y vecinas mencionadas y no mencionadas. No ya para defenderse,
sino para completar el verdadero relato de los hechos. Porque siempre creí, que
“el cambio” había llegado para poner limites a tanto cinismo.
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