…y yo no quiero callarme, como clamó La Polla
Records hace años. No quiero callarme porque callarme es consignar
bastardamente al enemigo. A ese enemigo que saca músculo, que se hace fuerte,
que carasolea impune en Vistalegre. Y también aquí, entre nosotros,
en esta Pamplona de toda la vida. Porque el viejo fascismo no ha muerto, porque
nunca se fue. Y si lo hizo fue para afilar los cuchillos. Porque callar es
acogotarse ante un tiempo que ha puesto cuchillas a la mirada, la escritura y el
pensamiento, de palabra, obra y omisión. Un tiempo vuelto de revés que amenaza
a pobres, inmigrantes, precarios, locos, titiriteros y artistas díscolos. Un
tiempo que ha resucitado a los escitas, ese pueblo que tenía la costumbre de
arrancarle los ojos al cínico para mejorarle la vista.
Clemente Bernad y Carolina
Martínez son dos artistas culturales incómodos, nada complacientes que, en aras
de la libertad de expresión y artística, han tensado en no pocas ocasiones el arco estético y artístico con sus
creaciones. Pero esa es la tarea de todo productor cultural, de todo creador.
Como la de los intelectuales ir más allá, agrietando el pensamiento y
rebuscando en las aristas de la contemporaneidad sus déficits para ponerla contra las cuerdas. Estos dos artistas
serán juzgados los próximos días 14 y 15 de noviembre en Pamplona por un supuesto delito de “revelación de secretos del artículo
197.1 del Código Penal”. Servidor cree que en el fondo se les juzga por querer mirar
allí donde se esconde la vergüenza, esa vergüenza fascista que representa el
Monumento a los Caídos de Pamplona. Porque de eso se trata. Porque, como se
dice en el manifiesto redactado en su defensa, “no puede considerarse un delito investigar con
fines de documentación artística el uso
que de un espacio público, el ominoso Monumento a los Caídos de Pamplona, hace una organización de tan dudosa cualidad
democrática como es La Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, en cuyos
estatutos fundacionales, a los que no han renunciado, declara entre sus
cometidos el de “mantener íntegramente y con agresividad si fuera preciso, el
espíritu que llevó a Navarra a la Cruzada por Dios y por España“, y que
continúa celebrando hasta hoy todos los días 19 de cada mes una misa en honor
de los militaras golpistas Mola y Sanjurjo”.
Alguien dijo que el fascismo hoy
es la política convertida en escenografía. Y también en el
cinismo más atroz, añado. Porque Clemente y Carolina no deberían estar en el
banquillo; más bien deberían estarlo sus acusadores. Esos que mes a mes, cada día
19 hacen apología del fascismo
saltándose a la torera la Ley de
la Memoria Histórica sin que nada ni nadie frene su exaltación golpista.
Alba Rico, ese intelectual que
conjuga la belleza de sus textos con la inclemencia
de sus pensamientos dice: “ Los artistas son responsables de sus actos; sus
obras son responsables de sí mismas. Tan absurdo sería meter en la cárcel a un
artista por pintar un mal cuadro como encarcelarlo porque su cuadro representa
bien la escena de un crimen”
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