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Amaiera




Hombre, después de 50 años tirando de gatillo, cientos de muertos y  presos, miles de años de condena,  litros de sangre, sudor y lágrimas, de agonías sin desenlace, de vidas ulceradas, infancias prohibidas, familias sepultadas y esperanzas sedadas, del conflicto irresuelto,  y del mapa con su independencia, de engaños y desengaños y socialismos imposibles, y años de hartazgo, de espera y desespera, de duelos, detenciones de lesa perversidad, comunicados, negociaciones y negaciones, de idas y venidas,  de redadas con nocturnidad y alevosía, del Batallón Vasco Español, de Amedos, Gales y Galindos, de torturas y fondos reservados, de alto el fuego y vuelta a empezar, de entierros y  homilías y huelgas de hambre, de prisiones y dispersiones y perdones, arrepentimientos y pecados de los que comer caliente cada día, de vías Nanclares, doctrinas Parot,  kilómetros de carretera, de manifas y más manifas, de Yoyes y Lasas y Zabalas y todavía Naparra, de ¡¡¡ Presoak Etxera¡¡¡, de Kale Borroka por vena, de Iraultza a la Hil, de KAS, KAS, KAS Herriko Alternatiba, de Amnistía orokorra y  la Mesa de Argel,  los acuerdos de Lizarra, Loyola y la propuesta de Anoeta, de treguas sin tregua, del Plan Ardanza, el Plan ZEN y Ernest Lluch rompiendo el cielo, de Martxelo Otamendi y Unai Romano llamando desde el infierno,  de Brouard reivindicado y nada, de  Hipercores y zulos y  un señor llamado X  con nombre y apellidos y de exiliados forzosos todos. Después de  todo esto. Llegan las cenizas de ETA envueltas  en un comunicado que más bien parece el prospecto de un fármaco contra el Alzheimer. O el murmullo de un ahorcado.  Después de lo sabido y por saber, sepultada la utopía del pueblo trabajador vasco, ETA echa la persiana como si la historia no fuera con ella. Y no reclamaré nostalgia ni los mantras sudados.  Solo digo que esta historia merecía otro final. Más digno. Por tanta pregunta por contestar.

Artículo publicado en Noticias de Navarra el 7 de mayo de 2018

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