La noche comenzaba a tapizar
la ciudad de una luz viciada por el escepticismo más apacible. De una
alcantarilla situada en el corazón financiero de la ciudad salía una columna de
mendigos que entonaban unos salmos
ilegibles. Por el día se ocultaban allí para
evitar ser reconocidos. Y es que toda vida es un proceso de demolición, un
combate de golpes que vienen de dentro y que uno no siente hasta que ya es
tarde para tomar alguna medida. Algunos llevaban libros de Scott Fitzgerald bajo del brazo, otros arrastraban
viejas maletas cargadas de anemia. Otros, embrutecidos por el alcohol de la
madrugada, discutían sobre la belleza de
unos versos de Virgilio. Hasta aquí todo normal. Esta comunidad del cambio
perfecto presume de muchas cosas, incluso de tener los pobres mejor atendidos
del mundo. Días después supe que muchos eran
economistas y financieros venidos a menos. Vivían de prestado, esperando
que alguien los rescatara cada mañana del naufragio. No se extrañen. Este
modelo neoliberal funciona así. A golpe
de emoción y carcajadas. Porque llega un día en que usted mismo, empleado
ejemplar, puede acabar almorzando mortadela caducada regada por un Don Simón en compañía de una cuadrilla de desclasados, chamarilleros
de saldo o camellos que trafican con metanfetamina mezclada con líquido de batería.
Esta es la grandeza de la movilidad globalizadora. Antes, para llegar a la
pobreza había que recorrer un largo y agotador circuito. Ahora se puede saltar de la estabilidad a la miseria con
una pirueta cínica que vuelve del revés todo lo vivido. Lo comprobarán si
deciden adentrase en el alma de algunos edificios de esa zona privilegiada. Ahí
trabajan cientos de personas con varias carreras, retahílas de idiomas y un
currículo como el Libro del Desasosiego.
Muchos son rehenes de una ETT encadenados a un contrato basura. Ese es el
espectáculo después de años de recortes, reformas laborales y claudicaciones
obreras. Y sí, esto ocurría en esta comunidad
que celebra el cambio como si no hubiera un mañana.
Artículo publicado el 28 de mayo de 2018 en Noticias de Navarra
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