Ir al contenido principal

Alcantarillas



Burt Glinn (Magnun)

La noche comenzaba a tapizar la ciudad de una luz viciada por el escepticismo más apacible. De una alcantarilla situada en el corazón financiero de la ciudad salía una columna de mendigos  que entonaban unos salmos ilegibles.  Por el día se ocultaban allí para evitar ser reconocidos. Y es que toda vida es un proceso de demolición, un combate de golpes que vienen de dentro y que uno no siente hasta que ya es tarde para tomar alguna medida. Algunos llevaban libros de Scott  Fitzgerald bajo del brazo, otros arrastraban viejas maletas cargadas de anemia. Otros, embrutecidos por el alcohol de la madrugada,  discutían sobre la belleza de unos versos de Virgilio. Hasta aquí todo normal. Esta comunidad del cambio perfecto presume de muchas cosas, incluso de tener los pobres mejor atendidos del mundo. Días después supe que muchos eran  economistas y financieros venidos a menos. Vivían de prestado, esperando que alguien los rescatara cada mañana del naufragio. No se extrañen. Este modelo neoliberal  funciona así. A golpe de emoción y carcajadas. Porque llega un día en que usted mismo, empleado ejemplar, puede acabar almorzando mortadela caducada regada por un Don Simón en compañía de  una cuadrilla de desclasados, chamarilleros de saldo o camellos que trafican con metanfetamina mezclada con líquido de batería. Esta es la grandeza de la movilidad globalizadora. Antes, para llegar a la pobreza había que recorrer un largo y agotador circuito. Ahora se  puede saltar de la estabilidad a la miseria con una pirueta cínica que vuelve del revés todo lo vivido. Lo comprobarán si deciden adentrase en el alma de algunos edificios de esa zona privilegiada. Ahí trabajan cientos de personas con varias carreras, retahílas de idiomas y un currículo como el Libro del Desasosiego. Muchos son rehenes de una ETT encadenados a un contrato basura. Ese es el espectáculo después de años de recortes, reformas laborales y claudicaciones obreras. Y sí,  esto ocurría en esta comunidad que celebra el cambio como si no hubiera un mañana.

Artículo publicado el 28 de mayo de 2018 en Noticias de Navarra

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...