Ir al contenido principal

¿Cuánto pesan 375 años?



A estas horas, mientras usted lee esto, ocho jóvenes de aquí al lado están delante de un tribunal de guerra. Hasta allí les ha llevado una noche festiva cargada de alcohol y cierta dosis de mala  hostia  mal gestionada. Poco más. Pero enfrente tenían a dos peones de guerra de este nuevo estado correccional. Y se lió parda. Así que lo que debió ser juzgado como una pelea tabernaria a cara de perro, acabó en delito de terrorismo por obra y gracia del nuevo paradigma judicial. Estos jóvenes se enfrentan a 375 años de prisión por delitos de terrorismo que solo llegaron a ser lesiones. De eso hay pruebas. Pero no han sido admitidas. Eso supone una vulneración de los derechos a la tutela judicial efectiva. Así que la venganza ha suplantado a la justicia incapaz de ser administrada por ese sanedrín carcomido por la nueva doxa punitiva. Y es que, a falta de gestión política, judicialicemos la vida, hagámosla insostenible, criminalicemos las palabras, los gritos, el humor, el amor, el tiempo y hasta las reuniones de vecinos. Hagamos de todo un delito, resucitemos la rebelión, la sedición y hasta el alzamiento para seguir comiendo caliente del pecado que condenamos. Hoy es la cuestión catalana y en tiempos “todo es ETA”. Pero qué se puede esperar de una justicia satanizada que ha convertido la canallada en carta de nobleza. Ahí está el nieto mayor de Franco partiéndose la caja. O el mismo Urdangarin, para quien se reclamará el indulto.
Llegados aquí, sobran explicaciones sobre el encabronamiento de este estado que ha resucitado al Tribunal de la Inquisición y  que recurre cada vez más a la violencia inherente de la ley para cometer actos políticos de coerción a través de la Fiscalía del Estado.

El sábado pasado 50.000 personas en Pamplona trataron de frenar esta bacanal del disparate jurídico. Pero no solo eso. Clamaban justicia. Y sentías que el tiempo se había encasquillado en la gratitud de su crueldad. 375 años.

Artículo publicado en Noticias de Navarra el 16 de abril de 2018

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...