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Trincheras permanentes

Nikos Economopoulos. Magnun

Hay libros que te hacen ir en busca de la caja de herramientas para arreglar las grietas por donde haces aguas. Este es uno de ellos. Un libro que cuando ves su título ya te cuestionas algo: Trincheras permanentes: intersecciones entre política y cuidados”. Entonces piensas que en esas trincheras se esconde algo. Y luego te fijas en su portada. Pura provocación: El cuadro El Cuarto Estado popularizado por  Bernardo Bertolucci con la película Novecento. En esa portada un grupo de trabajadores avanza hacia nosotros de manera decidida. Al frente, el líder obrero acompañado por una mujer con un niño en brazos que parece implorarle: “Porque…¿llevar tú al crío un rato, no lo ves no?”
            Leí de tirón las 186 páginas que cabalgan por territorios, ideas y situaciones conocidas, sí. Pero poco reconocidas. Más o menos la cuestión que Carolina León, su autora, nos viene a echar en cara es que sí, que militamos en partidos, asociaciones, organizaciones sociales y de barrio, nos manifestamos, hacemos huelgas, tomamos parte en procesos participativos, comunitarios, luchas vecinales, okupamos, hacemos cursos de empoderamiento y hasta aprendemos a gestionar la revolución siempre pendiente. Pero quién sostiene todo este esfuerzo. A costa de qué y de quién. Quién puede hacerlo. O mejor dicho, quién no puede hacerlo porque ese alguien, en ese tiempo en que yo milito,  está cuidando. Cuidando de alguien. Y esta autora se pregunta algo vital: de qué está hecha la política si estamos mediatizados por los cuidados, la reproducción, los afectos, los apoyos necesarios para sostener la vida cotidiana, esa que no aparece visibilizada en ningún proceso público ni político. En definitiva, quién se queda fuera de los procesos públicos porque su vida real está hipotecada por esos otros esfuerzos que quedan en segundo plano, esos que todavía no se han transversalizado, ni radicalizado; como las luchas diarias de las que unos son protagonistas y otras siguen en la retaguardia. 

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