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Casquería

Cristina de Middel, Magnum 



Imaginen por un momento que a las cuatro horas de conocerse el suicidio del preso Xabier Rey, ocurrido hace días en la cárcel de Puerto de Santa María, las radios, televisiones, redes sociales, periódicos, revistas y todo el establishment mediático comienzan a divulgar la noticia de su muerte. Empieza así un maratón de noticias, programas especiales y tertulias donde se desmenuzan las circunstancias de su encarcelamiento y fallecimiento. Hasta el estrangulamiento de la lógica.  Y se  analiza con precisión cirujana cómo vivió sus últimos años de prisión. Con quién hablaba, quién le veía, qué comía, a quien escribía, cómo eran sus vigilias, cómo era su celda,  cual fue su ultimo sueño, quién le vio por ultima vez. Imaginen esta inflación de noticias abriendo la cabecera de todos los telediarios y programas radiofónicos. Durante dos semanas. Imagínenlo. Ahora mediten sobre el impacto social y emocional de ese relato, el de las ultimas horas de un preso que se suicida. Ahí les dejo.seguir leyendo en Noticias de Navarra

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Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de

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