Nadie sabe qué pasa en Podemos/Navarra. Salvo los de
casa. Y aun así, lo dudo. Porque han convertido la pésima gestión del conflicto
interno en un espectáculo al servicio de la derecha participando así de la
estetización y banalización de la realidad política. Y de rebote han
contribuido al desencanto de no pocos miles de gentes que se creyeron que
aquello iba en serio.
Y aquello era el futuro. Aquellos cielos por asaltar al devenido en un mesianismo débil. Porque
pareciera que la política de Podemos, al menos la gestión interna, reproduce
reiteraciones o permutaciones en un movimiento de oscilación bipolar. Y nadie
lo entiende. Por mucho que todos/as se expliquen y solo ellos se entiendan.
Viendo este espectáculo de autoinmolación política decae
la convicción de que no hay nada nuevo que vaya a ocurrir nunca más. Traducido;
cada día es más evidente que el futuro ha sido prohibido. Y eso forma parte del
capitalismo realista, ese que nos atrapa entre la temporalidad y el
presentismo.
Que la derecha nos robe el futuro pase, que lo haga la
izquierda es delito.
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