Pudo ocurrir en Auschwitz, pero sucedió en Larraga. Pudiera haberse llamado
Amira, Batia o Janina, pero se llamaba Maravillas. Y pudieron secuestrarla y
violarla las Waffen-SS pero lo hicieron una cuadrilla de fascistas analfabetos
cargados de vino peleón. Como si hubieran aprendido a matar en la Escuadra Negra falangista de Tudela. Su
asesinato bastardo congeló la sangre de los diablos y hasta la tristeza de las
hienas. Aquel martirio pudo ser redimido con la venganza del ojo por ojo o con un
juicio como el de Núremberg. Pero ni una cosa ni otra. Porque aquí, aquel
matadero que se levantó en 1936 con los cuerpos de 300.000 asesinados solo ha sido juzgado por los profetas del
silencio y los discípulos del olvido seguir leyendo en Diario de Noticias
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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