Me pasa con Podemos como con el Procés. Que ya no sé quién es quién,
como en Juego de Tronos; que no
distingo el sujeto del predicado, que ya no sé donde empieza la ficción y acaba
la realidad. O viceversa. Y me pasa que al pensar en Podemos o el Procés, voy con el freno de mano
echado. Para no desparramarme por la cuesta de la culpa o la sospecha. Y me cuesta interpretar la trama. Ni declaraciones,
ni claves del conflicto, ni
posicionamientos, nada. Porque todo se me hace retorcido y enmarañado como las novelas de Kafka. Di
que solo manejo lo que leo o lo que me cuentan fuentes de agua potable o
emponzoñada. Y dirán que con eso no se puede pontificar. Pues igual. Pero me
temo que a la izquierda que aquí pongo por testigo, le está pasando factura el
peso y sobrepeso de una realidad tozuda
y políticamente incorrecta que tantos
intentan amabilizar cuando no pacificar.
Qué les ha pasado a la gente de Podemos Nafarroa para que se inmolen
después de tanta fiesta. Qué les pasa, a ellos y ellas, que quisieron asaltar
los cielos, ser profetas, que prometieron otras tierras y otros mundos, y hasta
quisieron enhebrar de nuevo la historia con hilos rojos. Qué les ha ocurrido a
gentes que usan el código ético como yo el Alprazolam,
que quisieron acabar con el aburrimiento de los parlamentos y bailar en ellos
entonando nuevas Internacionales. Qué les ha pasado a gentes que popularizaron
palabros como transversalidad, binarismo, casta, semiótica de códigos, comunes,
políticas combinatorias y otros. Qué les ha pasado que ya solo se postulan como
una banda de justicieros.
No lo sé. Ya les digo. Quizás ellos
y ellas tampoco. O si lo saben y lo identifican, al margen de lo políticamente
correcto y admitido, se lo callan para evitar que la espada de Damocles caiga
sobre ellos. Y sí, perdemos todos. Incluso esas otras izquierdas que no les
soportan. Y gana esa derecha al acecho que disfruta viendo trabajar a los
enterradores.
Artículo publicado en Noticias de Navarra el 29 de enero de 2018. Este mismo día de 1595, William Shakespeare y su compañía Los hombres del Lord Chamberlan estrenan Romeo y Julieta en un teatro hoy desaparecido, llamado The Theatre (Shoreditch-Londres)
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